Comenzaré con una confesión: Soy beatlemano. No lo puedo (ni quiero) remediar. Tal vez porque el "Álbum Rojo", 1962-1966, formó parte predominante de la banda sonora de mi infancia. Por eso, cuando tuve mi primer reproductor de discos compactos, allá por el año 93 o 94, los primeros discos que compré fueron los suyos. Habían pasado ya seis, en algunos casos siete, años desde que apareciesen por primera vez en el mercado en ese formato, lo cual yo no sabría hasta más tarde, pero, sin embargo, todavía conservaban precio de novedad. De hecho, la última vez que me tomé la molestia de comprobarlo aún lo tenían.
Fue para mí una satisfacción que en mi cumpleaños en 2009 me regalasen su, por aquel entonces, último lanzamiento: La Caja Negra. Un estuche que contiene las versiones estereofónicas y digitalmente remasterizadas de los LPs ingleses que se vendieron mientras el grupo estuvo en activo, más las del LP estadounidense que contenía la banda sonora de la película Magical Mystery Tour (que en Europa había aparecido como un EP), más los dos discos, llamados Past Masters volúmenes I y II, que se confeccionaron para que los fans pudieran disponer en formato CD de las caras B de los singles, así como del EP Long Tall Sally.
Me dispuse a escucharlo tranquilamente, tomándome mi tiempo, y siempre con auriculares, con la intención de hacer una muy meditada entrada en este nuestro blog. Y ya ha pasado casi un año desde que me lo propuse, así que he decidido finalmente dejar de evitar la cuestión.
Unas cuantas consideraciones previas: Hasta que los Beatles decidieron, en 1967, comenzar a tomar un cierto control sobre sus discos, éstos no eran en absoluto iguales en todos los países en que se editaban. El ejemplo clásico son los Estados Unidos, donde Capitol Records, (filial de EMI, multinacional que tenía bajo contrato a los Beatles) fue dueña, hasta ese año citado, de lanzar “sus” propios discos, eligiendo a voluntad nombres, portadas, cantidad de temas, lista de éstos, (Lo cual dio pie a anécdotas como que, en sus conciertos en Yanquilandia, a la hora de presentar una canción mencionando el LP en el que aparecía, John Lennon tuviera que decir, en honor a la verdad, que ”suponía que estaba en ese LP, porque él no lo tenía”), ¡y hasta retocando las mezclas, en algunos casos!. Estos discos se convirtieron en piezas perseguidas por los coleccionistas del resto del mundo.
Cuando EMI decidió lanzar en CD la discografía oficial inglesa, también albergaba de algún modo la intención de estandarizarla, de convertirla en el corpus auténtico, oficial, original del grupo. Tuvieron que pasar 18 años para que Capitol se decidiera a sacar dos volúmenes, nada económicos tampoco, como no podía ser de otra forma, que contienen en formato CD “sus” discos de los Beatles de manera oficial. (Extraoficialmente, ese material había aparecido ya en varias colecciones de discos compactos, incluida una editada en Rusia).Así, los fans más jóvenes, aquellos que no habían podido comprar esos discos en otro formato anteriormente, o simplemente aquellos que desconocieran aún su existencia, podían llevarse unas cuantas sorpresas al apreciar que canciones cuya versión canónica inglesa conocían de memoria, presentaban ahora cambios debidos al trabajo de los productores estadounidenses, especialmente de Dave Dexter: Temas que no comienzan igual que sus hermanos ingleses (I’m looking through you), otros que duran más que éstos , (I’ll cry instead),u otros en los que la nueva mezcla ha hecho emerger,(¿Para qué ?), instrumentos, e incluso errores en la letra o ruidos, que quedaron ocultos en las mezclas británicas. Y sobre todo, mucho reverb.
Cinco años después de la aparición del último de los dos volúmenes de Capitol, y aprovechando la conocida influencia que John Lennon decía que el número nueve tenía en su vida, EMI y Apple Records, compañía que los Beatles crearían en 1968 para controlar su música y lanzar a otros artistas, eligieron el día nueve del mes nueve del año 2009 para lanzar dos cajas con la remasterización del catálogo canónico inglés. Una, de color blanco, llamada The Beatles In Mono, que contiene los LPs ingleses de los que en su tiempo se distribuyó una versión monoaural, (todos hasta el "Álbum Blanco",The Beatles, de 1968), más otros dos discos llamados Mono Masters, que contienen las versiones mono de los singles, caras B y EP que no aparecen en los LPs .La otra, de color negro, llamada The Beatles Stereo Box Set, que como ya he dicho contiene las versiones en estéreo, y que es la que me regalaron al año pasado, y que voy a comentar. Fin de las consideraciones previas.
Ahora, algunos nudos gordianos. ¿De qué misterioso avance tecnológico se ha estado aguardando la llegada para preparar la mejora digital del catálogo Beatle? Aplicar nuevas tecnologías digitales a álbumes grabados analógicamente, para mejorar la calidad de su sonido, y de paso, poder volver a hacer caja por un material nada nuevo, (que eso y no otra cosa es la “remasterización”), no es algo que haya empezado a hacerse ahora, ni lo han inaugurado precisamente los Beatles. Por ejemplo, versiones remasterizadas de los álbumes del catálogo de Jean-Michel Jarre o Mark Knopfler, ya estaban a la venta en 1997.
Y, ¿Por qué se han modificado algunas mezclas en el proceso de remasterización?¿se ha decidido seguir intencionadamente el modelo Dave Dexter/Capitol?¿O simplemente, los ingenieros de sonido de estudio decanos de EMI, Allan Rouse y Guy Massey no han estado a la altura y han sido incapaces de detectar que en algunos casos se estaban creando, por así decir, mezclas diferentes, por poca que sea esa diferencia, en lugar de meramente mejorar la calidad de las antiguas, que debería haber sido el único fin?¿Acaso esperaban que esos fans que, como antes escribí, conocemos las versiones “canónicas” de memoria no nos diéramos cuenta, o tal vez, eso ni siquiera les importaba?
Además, ¿Por qué tanto presumir de la inclusión de mini(nunca mejor dicho)documentales que cuentan la historia de la creación de los discos en palabras de los propios cuatro y de George Martin, si a la hora de la verdad los mini documentales duran ridículos siete minutos cada uno?
Lo que es más…Si ya en los 60, mientras el grupo estaba aún activo, comenzaron a aparecer discos que contenían música de los Beatles que no aparecía en sus discos oficiales…lo cual ha seguido ocurriendo en décadas posteriores…y en ocasiones ha movido a la propia EMI a incluir posteriormente parte de ese material en discos oficiales…Y si varios escritores que han publicado libros sobre los Cuatro de Liverpool, sin contar con su autorización, pero, en algunos casos, (como, por ejemplo, Mark Hertsgaard), pudiendo acceder personalmente a los archivos sonoros, nos han hablado sobre el abundante material beatle inédito que aún se conservaría en cajas fuertes de EMI,(hay quien ha llegado a mencionar la cifra de 500 horas)… Y si en 1973 aparecen los dos recopilatorios “oficiales” (“oficiales”, porque continúan editándose, lo que no ocurre con el primer recopilatorio beatle ,editado por EMI en 1966 con el nombre de A Collection of Beatles Oldies… …but Goldies!, y que no ha aparecido después en CD), que reunirían los éxitos del grupo, el ya mencionado 1962-1966 (o, coloquialmente, ”Álbum Rojo”, por el color de la camiseta del Liverpool FC) y su compañero 1967-1970 (o, coloquialmente, “Álbum Azul”, por el color de la camiseta del Everton FC, el otro equipo de fútbol de Liverpool), que fueron posteriormente editados en CD, y, por supuesto, pronto aparecerán también remasterizados digitalmente…
Entonces, ¿Por qué su tan esperado proyecto Anthology, (1995-1996), que consta de 6 discos, abunda en tomas alternativas de las canciones de siempre, pero inexplicablemente escasea en material realmente nuevo para los fans?
Y, ¿Por qué en el año 2000 se lanza 1, un disco que vuelve a vender innecesariamente y a precio de novedad un material que ya llevaba casi 15 años en el mercado en ese formato? La excusa es recopilar las canciones que fueron número uno en las listas inglesas y/o americanas, pero precisamente los fans veteranos saben que seguir el criterio a rajatabla solo sirve para crear un listado discutible, debido, por ejemplo, a la ausencia de una única lista de éxitos “oficial” en Gran Bretaña en 1963, justo cuando aparece el primer número uno de los cuatro, Please please me.
Pero es que, ya puestos, ¿Por qué seguían teniendo precio de novedad discos que llevaban en el mercado ya 25 años cuando aparecieron sus versiones remasterizadas, planeadas para sustituirlas definitivamente de ahora en adelante, supongo? Y, ¿Por qué estos nuevos discos remasterizados, por separado, aparecen igualmente con precios escandalosamente altos?
¿Por qué se ríen de nosotros de esa forma? ¿Porque acabamos comprando lo que nos venden?¿No es eso lo que esperan que hagamos? Pues entonces temo que, aunque solo sea por defender nuestra dignidad, habría que darles una lección. O eso, o esperar a que decidan voluntariamente dejar de vendernos las mismas cosas una y otra vez, y siempre caras. Francamente, no creo que vaya a ocurrir.
Por la parte que me toca, yo empiezo por recomendar que no os gastéis la desmesurada cantidad de dinero que piden por esta caja negra. No vale lo que cuesta.
Entiendo la decepción por no cumplir con las expectativas esperadas.
ResponderEliminarLuego se quejan las discográficas de que no venden, si es que arruinan al personal con la gallina de los huevos de oro, revendiéndote el mismo huevo una y otra vez haciéndote creer que es mejor que el anterior. Pero sólo una vez que lo has comprado te das cuenta que lo que compraste no deja de ser una copia del otro. A mi me pasó con los discos de un grupo español, "Los Piratas", los seguía casi desde sus inicios y cuando por una canción encontraron la fama, su discográfica editó un pack especial con todos sus discos y con material extra, y lo que ahora tengo es su discografía por duplicado y los únicos extras que había era que del ultimo disco incluía 2 videoclips, claro que con este grupo no harán la misma fortuna que con un grupo como "The Beatles" que tiene millones de incondicionales, pero ya les sirve para augmentar sus arcas un poco más y vaciar nuestros bolsillos, desde entonces cuando veo una edición especial de algún grupo que me gusta me lo miro y remiro con lupa para valorar si realmente vale la pena ese dispendio.