domingo, 13 de mayo de 2012

LO LLAMAN...


¡Nosotros no somos revolucionarios!
¡Queremos ser explotados por un empresario!
¡Queremos sufrir un accidente laboral
en la industria del metal
y pasarlo muy mal,
aumentando el capital

de una multinacional!
(Los Electroduendes, en un episodio del programa de TVE La Bola de Cristal emitido en 1987)
En el siglo VIII antes de nuestra era Grecia salía de una Edad Oscura en la que había entrado unos 400 años antes, tras la caída de la civilización micénica (ésa que podría ser la descrita por Homero en la Ilíada y la Odisea). En este nuevo período, llamado Arcaico, los griegos, que antes vivían en pequeños grupos aislados, fueron uniéndolos, creando así nuevas formas de población, parecidas en extensión a nuestras ciudades, y tan independientes económica y legislativamente como para ser comparadas con estados modernos, razón por la que en la historiografía inglesa surgió el término "ciudades estado" (city-state), para definirlas.
Los creadores de esos nuevos núcleos urbanos debieron de creer que la razón de su supervivencia estaba en la unión de muchos individuos, y tal vez por eso la llamaron πόλις, polis, (nombre derivado probablemente del adjetivo πολύς ,πολλή, πολύ, polýs, polé, polý, mucho).

En los primeros cien años de este nuevo período, aproximadamente, dos πόλεις , (poleis, plural de "polis"), van a destacar sobre el resto. Una de ellas es Esparta. Cualquiera que haya visto la película 300  puede imaginar en qué basa su auge Esparta: En una serie de reformas llevadas a cabo durante el s.VII antes de nuestra era, destinadas a convertirla en un poder militar superior. Por el otro lado, está Atenas, cuyos esfuerzos por aprovechar su salida al mar la convertirían en una potencia naútica y comercial. El beneficio económico derivado la convertiría igualmente en una potencia cultural de primer orden. El crecimiento de estas dos poleis hizo que otras menos destacadas firmasen alianzas con alguna de ambas para colocarse bajo su protección.


La forma que adoptase su gobierno fue, obviamente, tema importante para la polis. Originalmente habría sido un solo ( μόνος, monos)  hombre, un caudillo guerrero, quien sería el jefe ( ἄρχειν, árjein, mandar) con títulos como el de Βασιλεύς, (basileus o rey), (la monarquía).
 
Pero a partir del siglo VII a. n. e., representantes de unas pocas (ὂλιγοι, óligoi, pocos) familias, las más ricas de una polis, formarían asambleas que tomarían el poder. (La oligarquía). Dicho poder para mandar sobre los demás,(κρατεία, krateía), se transmite hereditariamente de padres a hijos, lo que asegura que siempre lo ejerzan los supuestamente "mejores" (ἂριστοι, áristoi) ciudadanos posibles (la aristocracia). (¿No recuerda eso al presidente de la Generalitat de Cataluña, Artur Mas, declarando que su gobierno estaría formado por los mejores?)           


En Esparta, en ese momento, solo dos familias comparten ese poder, (Los Euripóntidas y los Agíadas), por lo que hablamos de una diarquía. Dos gobernantes, cada uno de los cuales pasa su tiempo intentando frustrar los planes de su colega, dispuesto para ello a pactar con el enemigo si es necesario.


En Atenas, por su lado, se había estado produciendo una serie de cambios políticos. La polis había conocido la monarquía, que se apoyó en una βουλή (bulé), o asamblea de miembros de las familias poderosas, (los Eupátridas o "bien nacidos"), inicialmente llamada Areópago, cuyo poder fue creciendo a medida que menguaba el del rey. Caída la monarquía, quedaron en manos del Areópago los poderes máximos, incluido el de elegir a los magistrados o arcontes. Los enfrentamientos de los atenienses contra estos Eupátridas, que surgieron como consecuencia de tal acumulación de poder en unas pocas manos, dieron paso a la aparición de dos legisladores después míticos, Dracón y Solón.


El primero redactó un código que recopilaba las leyes existentes de modo que todos pudieran conocerlas, pues hasta ese momento ni siquiera habían sido puestas por escrito. Además, creó el Consejo de los Cuatrocientos, para entregar a una representación de los ciudadanos de las cuatro clases sociales de la Atenas de su tiempo más amplia los poderes que tenía el Areópago, formado solo por aristócratas. Treinta años después, el segundo, que formaría después parte del grupo de personas que conocemos como Los Siete Sabios de Grecia, redactó una Constitución para Atenas. En ella creó una segunda asamblea, ésta popular: La Ἐκκλεσία (Enklesía) sería la que tomaría todas las decisiones en materia de política, y la que tendría el poder para elegir a los magistrados.Todos los ciudadanos podían formar parte de esta asamblea, así como también del tribunal de justicia, la Heliea.


Solón decidió dejar Atenas para viajar durante un período de diez años, en los que esperaba que los atenienses cumplieran sus leyes. En su ausencia la sociedad quedó dividida en dos grandes grupos políticos: Los miembros del Partido de la Llanura defendían la vuelta al poder de las familias poderosas. Frente a ellos, los miembros del Partido de la Costa propugnaban el mantenimiento de las reformas de Solón.


Mientras ambos grupos debatían, apareció un hombre llamado Pisístrato, que se hizo con el apoyo de la clase baja y dio un golpe de estado, convirtiéndose en tirano (gobernante impuesto) de Atenas.


Pisístrato, que había sufrido dos derrocamientos por parte de sus enemigos políticos, tras los cuales había conseguido volver al trono, decidió mostrarse a la tercera como un gobernante benévolo, cuyo programa incluía la construcción de obras públicas, el embellecimiento de la polis, el fortalecimiento del ejército, el apoyo a los comerciantes y el patrocinio de las artes. (Se dice, por ejemplo, que fue él quien mandó poner por escrito por primera vez Ilíada y Odisea de Homero, que solo se transmitían oralmente).


A su muerte, el tirano legó el poder a sus dos hijos, Hiparco e Hipias, quienes se comportaron más de acuerdo con la idea que tenemos hoy en día de lo que es un tirano, abusando de su poder. Como consecuencia de uno de dichos abusos, Hiparco fue asesinado por el amante de un hombre al que él acosaba. Entonces Hipias, temiendo correr la misma suerte de su hermano, instauró un régimen de terror.


Una de esas familias poderosas atenienses o Eupátridas, a las que ya he mencionado, concretamente, la de los Alcmeónidas, buscó la ayuda del ejército de Esparta, liderado por su rey, Cleómenes I. Consiguieron desterrar al tirano, y, a pesar de la oposición de las restantes familias oligárquicas de Atenas, fue un miembro de los Alcmeónidas, que ya había sido arconte durante la tiranía de Hipias, quien quedó al mando de la polis: Clístenes.
                                                                                                           

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