Los españoles son iguales ante la ley, sin que pueda prevalecer discriminación alguna por razón de nacimiento, raza, sexo, religión, opinión o cualquiera otra condición o circunstancia personal o social.
(Del artículo 14 de la Constitución Española de 1978)
La soberanía nacional reside en el pueblo español, del que emanan los poderes
del Estado.
(Del artículo 1.2 de la Constitución Española de 1978)
Clístenes vio la necesidad de emprender acciones que evitasen la posibilidad del resurgimiento de la tiranía. Para empezar, una redistribución administrativa de los habitantes del Ática, península a la que pertenece Atenas. Así pues, la dividió en tres regiones nuevas, y dentro de cada región creó diez distritos. Un grupo formado por tres distritos, uno de cada una de las tres regiones, sería una tribu. Surgían así diez nuevas tribus, cuyos miembros no vivían en la misma zona. Eso debía minimizar la influencia de los caciques y de los partidos políticos que solo velaban por los intereses de una zona. En cada tribu había habitantes de municipios diferentes de regiones diferentes. A cada uno de esos 139 municipios se les llamaba un δῆμος, demo. Cada tribu aportaba un comandante militar, al mando de las fuerzas aportadas por su tribu, para formar así una junta de diez nuevos magistrados llamados estrategos.
Tras la reforma social, la reforma de las instituciones. El principio fundacional de esta reforma sería la isonomía, la igualdad de derechos de todos aquellos que cumpliesen los requisitos para llamarse ciudadanos,sin importar si pertenecían a una de las “mejores” familias o, simplemente, si eran dueños de una fortuna. Una buena metáfora de este principio sería la circunferencia, donde todos sus puntos están a la misma distancia del centro.
Para empezar, los miembros de la Bulé aumentaron hasta los 500, cincuenta por cada una de las diez nuevas tribus. Ninguna tribu estaba más representada que las otras, de tal forma que todos debían compaginar sus intereses con todos. Y se les elegía por sorteo entre todos los ciudadanos. Y la presidencia de la asamblea rotaba de igual manera entre miembros de todas las tribus.
Una de las funciones de la Bulé era convocar a la Enklesía, la asamblea que tenía el poder de decisión, y de la que eran miembros todos los ciudadanos mayores de 16 años, también sin distinción de clases. Todos tenían voto en la elección de los magistrados.
El Areópago, el consejo de los aristócratas, vio limitados sus poderes. Se convirtió en un órgano meramente consultivo, y además, sus miembros eran elegidos entre antiguos magistrados, que lo habían sido por elección popular de la
Enklesía .
Clístenes murió en 507 antes de nuestra era. Poco más de 25 años después, Atenas volvía a estar en manos de aristócratas, y como símbolo de ello, el Areópago había recuperado sus poderes, y gobernaba la polis, aplicando una Constitución meramente oficiosa, bajo el mando de un estratego llamado Cimón.
En 462 a. n. e., en Esparta, rival de Atenas por la hegemonía sobre el resto de polis, se produjo una revolución protagonizada por los hilotas, esclavos públicos que eran tratados cruelmente. Los espartanos pidieron ayuda a Atenas, donde Cimón se mostró partidario de hacerlo, y logró que se aprobase el envío de 4000 soldados bajo su mando. Pero en el debate que llevó a esa decisión apareció otro estratego, que se oponía a ayudar a su enemiga natural.
Efialtes, pues así se llamaba, perdió ese debate ante el apoyo que las grandes familias, aristócratas y conservadoras, dieron a Cimón, aristócrata como ellos, desde el Areópago. Así pues, Efialtes y sus aliados políticos comenzaron una serie de ataques contra éste.
En primer lugar, llevaron a los tribunales a algunos de sus miembros, acusándolos de malas prácticas. Cuando fueron declarados culpables, el prestigio de la institución comenzó a decaer. Era el momento del siguiente paso.
Éste fue proponer a la Enklesía, que, como ya había ocurrido en el pasado, retirase al Areópago sus principales atribuciones, repartiéndolas entre la Boulé,la propia Ekklesía y los tribunales de justicia . Nuevamente se salió con la suya. El poder que era de unos pocos, volvió a manos de muchos.
La tercera medida fue pedir el destierro del propio Cimón, finalmente condenado por colaborar con Esparta, con lo que Efialtes y sus seguidores quedaban en lo más alto del panorama político.
No obstante, Efialtes no tendría tiempo para disfrutar de sus logros, pues sería asesinado en 461 antes de nuestra era.
Aquel de sus seguidores que le sucedería sería concretamente el hijo de una sobrina de ese anterior reformador llamado Clístenes. Su nombre era Pericles, y aún hoy llamamos a la época en que vivió, el Siglo de Pericles.
Comienza su actividad política en 470 antes de nuestra era. Apenas un año antes había comenzado la tercera y última de las grandes guerras en que los griegos combatieron contra sus vecinos, los persas, y que serían conocidas como las Guerras Médicas.
La primera, que tuvo lugar entre 492 y 490 a. n. e. se decidió en la batalla de Maratón, a aproximadamente 40 kms. de Atenas, con victoria para los atenienses. En 480 comenzó la segunda, en la que tuvieron lugar los acontecimientos del paso de las Termópilas que retrata la ya mencionada 300, pero que de nuevo fue concluida gracias a los atenienses, concretamente en la batalla naval de Salamina (ese mismo año.) y en la de Mícala (un año después)
Dos cambios importantes se produjeron antes de, y durante esta Segunda Guerra Médica: En 481 a. n. e., en Corinto, otra polis griega, se produjo una alianza entre las polis que en otras condiciones habría sido impensable, pues algunas de las nuevas aliadas estaban en guerra entre sí, al menos formalmente.
En segundo lugar, en un mismo día de 479 a. n. e. tuvieron lugar simultáneamente dos batallas entre aliados griegos y persas. Por tierra, en Platea, donde los espartanos mantuvieron su fama y derrotaron a los persas. Y también por tierra, y a la vez por mar, la ya mencionada de Mícala. En esta última, el contingente espartano sufrió un retraso que hizo que los atenienses atacasen solos el fuerte enemigo. Al concluir la batalla, Atenas había concentrado sobre sí la simpatía de las otras polis, lo que hizo que la hegemonía militar griega, tradicionalmente espartana, comenzase a cambiar.
En 477 a. n. e., terminada la guerra, las polis atenienses decidieron agruparse en una confederación marítima que les permitiera defenderse más organizadamente de nuevos ataques persas. Fue la llamada Liga de Delos. No resultó extraño que la jefatura de esta Liga se concediera a Atenas.
El mando del ejército de la confederación se le otorgó a ese aristócrata llamado Cimón del que hablábamos antes, que conseguiría valiosas victorias para Atenas, que conducirían, entre otros resultados, a la creación de nuevas colonias atenienses.