Cisne negro es un thriller psicológico dirigido por Darren Aronofsky y, a mi modo de ver, hay muchos motivos para no perdérselo: la maravillosa música de Chaikovski, la elegante interpretación de Natalie Portman (para variar), la intensa coreografía de Benjamin Millepied (el bailarín que no sólo enamoró a Natalie en lo profesional), el maravilloso vestuario, los planos con las steadicams que consiguen acercarnos todavía más al nivel de la protagonista, la bien construida historia alrededor de una patología obsesiva...
Pero, por encima de todos estos motivos, creo que hay uno lo suficientemente grande como para poder recomendar esta película independientemente del resto: Cisne negro acerca la historia de El lago de los cisnes a todos aquellos que, incultos de nosotros, no solemos ir a ver ballet, pero no se limita a narrar la historia, sino que la actualiza y le añade fuerza.
Sé que muchos dicen que el guión no engaña a nadie, que muy pronto te imaginas lo que está sucediendo, pero yo no creo que la fuerza de la historia esté en el misterio, no es otro Sexto sentido, "sólo" es una historia acerca de las obsesiones narrada con mucha fuerza y belleza. Y me parece muy buena elección la del mundo del ballet para representar esa autoexigencia que, si no se controla, puede hacer que todo lo demás no importe. Pero cuidado, porque eso no pasa sólo con los bailarines, ¿cuántas personas conocemos a las que sólo les importan sus logros profesionales?
Almas sensibles, ¡no os la perdáis!
Os dejo una de las escenas de baile: