viernes, 9 de octubre de 2009

Lisbeth Salander o la nueva Pipi Calzaslargas


Me he leído Los hombres que no amaban a las mujeres en una semana y ahora estoy con La chica que soñaba con una cerilla y un bidón de gasolina. Cuando acabe los tres, a lo mejor me animo a hacer otra entrada, pero por ahora os quería comentar lo que me está pasando con estos libros, especialmente lo que me está pasando con Lisbeth.
El fin de semana pasado estuve hasta tarde leyendo el segundo libro y luego tuve problemas para dormir, cosa muy poco habitual en mí ya que duermo como una marmota. He estado pensando en por qué me costó dormir y por qué me están enganchando estos libros y la respuesta es fácil: Lisbeth Salander. Sí, tal cual, es ella la que me aterroriza y me atrae a la vez. Lisbeth es como una fuerza de la naturaleza, como un quinto elemento, tal vez el malogrado Stig Larsson le tendría que haber puesto como nombre Leeloo Minaila, como a la protagonista de la película de Luc Besson (como echo de menos a mi Leeloo...).
Lisbeth tiene el cuerpo de una chica de 15 años, o eso nos dicen, y está profundamente marcada por "algo malo" que le sucedió –ahora ya sé qué fue, pero no quiere desvelar demasiado de la trama por si no la habéis leído-. Hasta ahora sé que Lisbeth, aparte de que su aspecto es bastante parecido al de una gótica, o mejor, al de una punk (si alguien entiende más que yo sobre tribus urbanas, cosa muy pero que muy probable, estaré encantada de que me corrijáis), lleva varios tatuajes: un dragón en la espalda, una avispa en el cuello (de la que se deshará en el segundo libro), y varios piercings (algunos de los cuales también irán desapareciendo en la segunda parte de la trilogía).
Sobre su personalidad, sé que Lisbeth es una persona profundamente traumatizada y también se ve que es una persona con una inteligencia prodigiosa: peligrosa mezcla, ¿no os parece? Sabemos que es muy inteligente por sus increíbles dotes como hacker y también por su asombrosa capacidad memorística y la rapidez con la que lee. Palmgrem, su primer administrador, que la conoce mucho, dice que a veces a cree que tiene el síndrome de Asperger. Este síndrome significa que la persona que lo padece tiene problemas de empatía, problemas para identificar y comprender las emociones de los otros. No estoy segura de que sea eso, creo que lo que le pasa a Lisbeth es que se ha blindado del exterior, se protege de todos (y con motivos) y a la vez, no sabe cómo expresar lo que siente porque se ha pasado muchos años sin poderse permitir dejar aflorar sus sentimientos.
Lisbeth me cae bien, pero de lejos, quiero decir que no sé yo si me gustaría tenerla como vecina, la verdad es que nunca sabes cómo va a reaccionar. Por ahora sabemos que sólo es violenta con aquellos que se lo merecen pero...¿y si un día tuviera que llamar a su puerta para pedirle un poco de leche qué pasaría? ¿Me fulminaría con la mirada? ¿Creería que soy una plasta? No sé yo...¡qué miedo!
Seguiré leyendo, cuando me acabe el tercero, os intentaré contar más cosas porque estoy segura de que, a medida de que avance la historia, iré conociéndola más. Por ahora, si tengo que elegir una imagen de Lisbeth, sin duda sería la de ella sonriendo e intentando controlar una Harley Davidson...¡espero ver eso en la película que se estrena a finales de este mes!
¿Y a vosotros: os gusta Lisbeth?